jueves, 31 de julio de 2025

Poema a Xuan Bello, in memoriam

 En la inimaginable, tristísima e inoportuna muerte de Xuan Bello
(DEP 29 junio 2025)

Mi amiga Virginia, Xuan y Hernán, presentando un poemario en la librería Cervantes, 2018.
Fotografía: Juan Menéndez
Ó


Te espero

A Xuan Bello, in memoriam 

Deprendí a pasar desapercibíu escribiendo
y llueu comprobé que nada nun hai más efectivo
pa esconder un secretu qu’escribilu nun llibru.

Xuan Bello, del poema inédito
«La inquietud que nos quema»
(rescatado en el blog Mi Casa es mi Mundo,
noviembre 2024)

Como lascas de oro descienden lentas

en el aire las palabras.

Tórnanse sonidos despedazados

semejantes a silbidos de ogros,

como mi cuerpo mismo comunión hostias cum-panis

compañero

lágrimas de un julio que lamentas.

Xuan

Recuerdo las tardes otoñales en el valle,

tu hija Lena —igual que mi ahijada—

y la mía, Blanca, jugando en el pequeño parque.

Abajo el río, al fondo Peña Avis, los bosques aguardando…

Que si esta obra, que si la otra, los poemas de verso largo…

el autotraducirse,

que aquel Jaume Vallcorba (dep)

a quien conocías en persona y le debemos el Acantilado. 

 

Estabas en el centro exacto

las esquirlas ardientes te hacían bisbisear

y las auroras de helor sustanciado en quimeras

te concitan en un verano sin sudor ni sombra

sin vergüenza.

Raras navegaciones odiseicas tiritan

en una exclamación cóncava de gloria y putrefacción.

Xuan

Ni sirenas ni espumas ni clamores

ninguna palabra, sintagma u oración

sintonía inferencia de un amor a la verde siempre

oquedad (estomacal) leyenda principado gaitas castañas playa roca

Has (escrito) Tuyas

HasTuyas

bable tú sidra sidre nosotros costa mar torrecerréu cuchu

backes regresa por favor regresa

prau arenas parrochas montaraz paisanas chigres

campanas campanu cencerru tinTineo

mujer cueva Doña línea continua de retorcidas caleyas

Xuan

Llingua

Poesía

Humano


El alba te sonríe el alba te convoca

el alba te alaba al alba…

se frunce el órgano sagrado

que la sangre trémula hace viajar viento

en las venas.

Pan y zeiros somos. Por ti vivimos.

Seguimos. Las cosas son así, sencillamente.

Y en otras aldeas permanentes se desploman las noctámbulas

coruxas, se dejan caer los cucos desmañados

presienten madrugadas

te nombran, Xuan, como naciste

y el rara avis de la alegría se esconde en labios

sellados de prudencia

sonríes

es torva la mirada y dulce

la fluorescencia de una tristeza de flores ardientes

o juncos en la infértil arena de las parcas.


El esófago se me almidona. La voz se extingue.

Los zorros piensan en qué puertas sin encontrar por dónde

o cuándo o por qué.

No ahora carayo nunca ahora

Ninguna explicación deja exprimir el fruto

de verdades sombrías en la hierba,

el habla, fala, la llingua se ahoga en el ardor

de tu silencio

muere un poco muere mucho muere todo

se suspende prolonga encierro

¡llueve!

Mueres la hermosura

quietud amargura

quietud lluvia

la parca orbayu.


Verano GRIS


Las aves ladran, los perros trinan

me esperas

donde un fueyu te reclama

donde mi cuerpo por cierto

mi cuerpo yace ya desde hace una centuria.

Te espero pues

Xuan bello

qué

Te espero.

━━━━━━━ ✦✠✦ ━━━━━━━


 

Personas sentadas en una mesa

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.
Xuan, mi amiga Virginia y Hernán, presentando un poemario en la librería Cervantes, 2018.
Fotografía: Juan Menéndez
Ó

Xuan Bello, segundo por la izquierda. De izquierda a derecha:
Carlos, Xuan, Juan, Víctor, Rober, Hernán, Chus,
Juan (fotógrafo) y Rafa.Fotografía: Juan Menéndez
Ó

Fotografía: Juan MenéndezÓ
Fotografía: Juan MenéndezÓ

 

 

 


sábado, 5 de julio de 2025

Planeta Tierra, la hoguera que no cesa

Planeta Tierra, la hoguera que no cesa

guerra, poder y humanidad

 

Que a algunos de los niños que gobiernan el mundo les gusta la guerra es un hecho. Pequeño rebaño de tontilocos, entre zangolotinos[1] y protervos, bestias pardas en cuyas manos se encuentran las vidas de cientos de millones de humanos. Ya no sabemos si es por presión de lobbies o poderes supremos más o menos en la sombra, si es por pura geopolítica calculada —esto parece poco probable, porque no saben calcular de un modo eficiente y siempre les sobra algo: muertos y desahuciados en el camino—, si es por miedo —miedo a que el otro tenga las mismas bombas peligrosas que tienen ellos—, si es por imperialismo —la etiología comienza a fragmentarse, causas diferentes pero que todas confluyen, se retroalimentan—.

El mundo parecía haber escarmentado tras la primera mitad del siglo XX, epítome de crueldad nunca vista por los siglos; los fascismos y el comunismo (ideologías para las cuales la persona es sólo una pieza, un engranaje mecánico), las dos guerras mundiales.[2] Espeluznado de sus propias acciones, el ser humano se prometió nunca más acercarse a semejante devastación. Desde el final de la Guerra Fría, todas las potencias habían aceptado la paz como valor supremo; el quehacer de la geopolítica debe estar supeditado al marco incondicional de la paz.[3] Se crean instituciones ad hoc, empezando por una espléndida Organización de Naciones Unidas (1945), la promisoria ONU —La Declaración Universal de Derechos Humanos fue proclamada por su Asamblea General en París, el 10 de diciembre de 1948—. Ministerios o Departamentos de exteriores incorporarían como preferentes en sus agendas los asuntos del comercio internacional. Ese comercio que, junto a la propiedad privada, se defiende como marco civilizatorio desde la Edad Antigua —Lejano Oriente, Oriente Próximo, Fenicia, Grecia…—, pasando por serias dificultades en la Edad Media y hasta la Edad Moderna y Contemporánea; sus enemigos, incesantes a lo largo de la Historia (pensamiento semítico, religiones, comunismo) serían los enemigos de la civilización, el progreso y la libertad.[4] Dejando a un lado cualquier certidumbre sobre el postulado, por bien que esté fundamentado y tenga a su alrededor el apoyo de amplia bibliografía de refuerzo, anterior y posterior a la obra reseñada, la Europa occidental de las democracias liberales, con dosis de socialdemocracia sine qua non, abrió una época de paz, prosperidad, libertades y justicia social única en el devenir histórico de la humanidad. Digamos que este dulce período abarca desde 1960 a 2001.[5] Si acaso podría percibirse el inicio de un progresivo y agónico final, nos negamos a darlo por muerto. Se está a tiempo. Podemos prorrogarlo. O no, quién sabe. La Unión Europea debería alzarse en su Vigía inflexible. La conciencia de Europa es conciencia del Globo; atrás sus mierdas colonialistas, domesticada, a priori, por ella misma, agarrada al pensamiento griego y sí, al cristianismo.


Pero los Estados Unidos de Donald Trump, su presión mediante el estrujamiento de la OTAN, y el aparente pavor a la Rusia de Putin, evidenciado el riesgo con la inmensa hoguera que ha prendido en Ucrania, parecen estar contagiando sin remedio a ciertas potencias —Reino Unido, Alemania, Francia—, las cuales dan por sentada la necesidad o incluso parecen ciertamente entusiasmadas por incrementar brutalmente su producción militar; armamento, hombres y políticas de la belicosidad. La vieja falacia, si vis pacem para bellum. Pero cuidado, que no hay nada que el hombre fabrique para nunca ser utilizado. ¡Alemania tiene la intención de incrementar hasta un 5% del pib su presupuesto militar! Esto supondría unos 225.000 millones de euros.[6], [7] y [8] 

Alegoría de la Alemania de 1935, en estilo gótico.
Hernán Valladares Álvarez (con Sora)
No hay bromas que valgan. Hoy se encuentra al mando de la Cancillería el larguirucho Friedrich Merz, de gesto ambiguo, en ocasiones sombrío, líder del partido de la Unión Demócrata Cristiana, cdu; ¿pero mañana…? ¿Os suena aquello de que Hitler llegó a canciller (1933) por vías perfectamente democráticas? Que la extrema derecha germana alcance el poder es algo más que probable. La AfD estará feliz de que sus antecesores en el Bundestag le dejaran el legado de un nuevo superejército, el garaje atiborrado de armas y artefactos de guerra, una industria militarizada, políticas mucho más prestas a la acción. ¿Otra vez la civilizada Alemania armada hasta los dientes? [9]; para algunos, «civilizada» lo será siempre sólo en grado de presunción.





Parece a todas luces cierto que nosotros jamás podríamos convertirnos en gobernantes ni de grandes ni de pequeños países. Pero sobre todo, en lo que toca a este escrito, el ejercicio imaginativo de verse gobernando Rusia, Estados Unidos, Irán, Israel o Ucrania se antoja una broma antológica, cósmica. ¿Qué harías tú...*? ¿Podrías irte a la cama y descansar después de que tu ejército haya vomitado unas bombas horripilantes sobre algún lugar —con suerte, en el desierto atómico—, o estén los soldaditos recibiendo tus órdenes incesantes de atacar y tomar zonas estratégicas, para lo cual perecerán les de inocentes, muertes por colateralidad? ¿Podrías dormir tranquilo dando las órdenes a tu Estado Mayor para que miles de jóvenes uniformados se conduzcan a morir y matar en pro de tu estrategia y la de tus generales, trazada con frialdad sobre un mapa? Yo no podría hacerlo. ¿Nos cambiaría el poder? ¿El poder corrompe y el poder absoluto —o autocrático— corrompe absolutamente? Corrupción moral, «corrosión» del córtex prefrontal del cerebro y consecuente invulnerabilidad emocional… ¿Nos convertiría el poder casi omnímodo, ya saben, en robots emocionales, ya saben, ya saben… en psicópatas perdidos? Tal vez. Quizá sea eso: si se nos da la oportunidad, todos somos unos monos diabólicos.

*en un ataque preventivo de la URSS... —cantaban Polanski y el ardor cuando yo tenía 12 años. Canción punk, ¿quién habría dicho al grupo madrileño que su canción de 1982 sería pura actualidad en 2025?



Y ¿qué sucede con el tratamiento que los medios de comunicación y una multiplicidad inagotable de canales de YouTube dan sobre lo sucedido? Aterra el acostumbramiento de términos y sintagmas como guerra (nuclear, mundial), bomba nuclear, incremento industrial armamentístico… conceptos que amenazan con terminar convirtiéndose en hechos. A mí personalmente, no sé si es que la insensibilidad me ha vuelto muy sensible, me habla muy mal de la empatía del personal —generalizo, existen periodistas con notable muestra de afectación—. Empatía intelectual siquiera. La empatía emocional es imposible. Sufríamos un espasmo fatal (o fecal), un brote de asfixia nerviosa cada vez que leemos el periódico, vemos la televisión, pinchamos un vídeo de YouTube; más allá de que, frente a la excesiva naturalidad de los medios tradicionales, una mayoría de los canales de presuntas noticias que encontramos en YouTube son claramente sesgados, cuando no directamente publicitarios; ¿propaganda pagada por ciertos gobiernos?; no sería nada raro ni conspiranoico, porque sabemos que, en la guerra, la propaganda es un arma más; por lo general, el escoramiento mayoritario de canales de YouTube —en el límite de ser «baneados»— y medios de Internet —algunos censurados, como el prorruso RT— va en sentido contrario a las líneas editoriales de medios convencionales, convirtiéndose así en contrapropaganda bélica en la zona occidental.

Lo dicho, frente al horror de ciertas noticias, la empatía orgánica, por llamarla de otro modo, daría con nuestro cuerpo en el suelo de un síncope emocional. Literal. Empatía emocional podemos sentir cuando un hijo se rompe los dientes al bajar por el tobogán de una piscina y se golpea con una piedra; no estaba a la vista, tú estabas tomando algo en una mesa con tu mujer, y un desconocido trae agarrado del hombro a tu hijo, amablemente, y el chacho de nueve añitos sangra como un bellaco, viene gimiendo pese a las consoladoras consignas del amable desconocido; tu mujer y tú os levantáis de la mesa y un retortijón en espiral recorre vuestro estómago; ves el hueco en sus incisivos, los labios hinchados, un borbotón de sangre, agradeces al vecino su servicio de ambulancia, abrazas el torso desnudo y todavía húmedo y fresco de tu niño: estás a punto de echarte a llorar también. Esto es empatía emocional. Experimentas especularmente lo que siente tu hijo.

La empatía intelectual consiste en procesar cognitivamente y darle un par de vueltas cuando somos testigos indirectos de una tragedia humana, o animal, algo doloroso en el grado que sea —no digamos la noticia de una matanza de miles de inocentes, niños como el tuyo, que ya tiene arreglados los dientes, o tu niña de cuatro añitos, curada la herida de la rodilla o su gripe—; tienes que excogitar voluntariamente y tomar una postura frente a la inmoralidad flagrante, una matanza de tintes bíblicos. Frente al terror. El mal, la muerte y el dolor infligido por los grandes líderes, grandísimos hijos de su putísima madre. La empatía intelectual debería ser obligatoria, daría lugar al pensamiento crítico y no al dedo de la indolencia que cambia de canal.

Me dirijo a los vesánicos «líderes»:

—¡Que la gente lo que quiere es vivir lo más tranquila posible, rebaño de malnacidos!

Lo que queremos es tener un entorno pacífico donde poder desarrollar nuestros anhelos. Tener frente a nosotros lo más intacto posible, sin minas ni trampas ni vigilantes, expedido nuestro campo de lo posible.[10] Sin líderes deleznables que lo empuerquen o lo hagan intransitable. Debemos preguntarnos dónde queda la democracia si los gobernantes hacen lo que quieren, si una ciudadanía suficientemente formada resulta por completo irrelevante, excluida de la más mínima toma de decisiones, ya sean de menor o mayor importancia. Hoy la ciudadanía anhela, pero también demanda de un modo realista, órganos de consultoría ciudadanos, eso que algunos llamaron en la Puerta del Sol, mayo, 2011, democracia real. El mismo eco que en las calles de Wall Street. Un clamor en las democracias liberales. ¿Llegará el día? Hay medios. Mientras tanto…

Los meros meros y los que los rodean, penúltimo estrato antes de la cúspide de la pirámide jerárquica mundial,[11] y [12] agachan la testuz, rastrera servidumbre, e impelen a girar diabólicamente la rueda de pinchos de la Historia; los cuatro jinetes del apocalipsis, que parecían haber frenado notablemente su paso después de las dos guerras mundiales, y que ahora —atentos quienes puedan hacer algo— amenazan con volver a galopar. Soy incapaz —muy experto en incapacidad— de promover algún tipo de medida pragmática, aconsejar, por supuesto, hacer nada (acaso este artículo, que leerán cuatro gatos y siete gatas); pero lo que sí sé con toda certeza es que se debe exclamar y exclamo: ¡no podemos permitir que los malvados hagan retroceder los derechos y avances conquistados con sangre, sudor y lágrimas en el decurso de la Historia —otra vez la mayúscula necesaria—, con millones de víctimas en el camino! Aclaremos de dónde arrancamos para creer que este punto de inflexión nefasto, este parteaguas de la humanidad puede estar desviando el buen curso:

Lo mismo que a algún amigo íntimo, un relativo —hace unos años era irredento— optimismo antropológico nos hace creer que, a pesar de todo, incluso con la que está cayendo, las estadísticas a lo largo de la Historia y los índices diacrónicos referentes al nivel de pobreza, analfabetismo, sanidad, educación, etc. etc. han mejorado y continúan haciéndolo, convirtiendo el mundo en un lugar cada vez mejor. Nuestros guías intelectuales a este respecto van desde el mismísimo Noam Chomsky —recuérdese aquel ya viejo combate dialéctico en la televisión holandesa (1971) entre el norteamericano, optimista, propositivo, y su oponente Michel Foucault, pesimista, para quien los resortes del poder imposibilitan cualquier cambio, siendo la historia un callejón sin salida— (comparto el video al final de esta entrada en el blog Diarius Interruptus), pasando por Gianni Vattimo, hasta Steven Pinker[13] y una buena tropa de intelectuales y científicos.[14]

Existe una batalla, una guerra nunca declarada, latente siempre, en la que hemos de ganar. En este articulo existe un enlace a los supuestos poderes que gobiernan el mundo. Enlazamos ahora otro documento compartido en el que figuran las guerras, conflictos y escaramuzas que se encuentran en marcha hasta la fecha de este texto, julio de 2025. Introduzco en la lista un mapa con 27 estrellas, rojas y negras. Todavía faltarían algunos conflictos que podrían añadirse, pero es suficiente con el número que se recoge en dicho documento. En la balanza del progreso versus retroceso; paz versus guerra; optimismo frente a pesimismo, el despliegue de los datos contrapesa a favor la bandeja del mal. Estamos hablando de millones de muertos, exiliados, millones de personas en condiciones penosas, sin apenas el aliento breve de la esperanza. ¿Dónde queda el poder de «la gente»? ¿Dónde queda nuestro poder no mencionado? Millones de habitantes, muchos millones, la mayoría deberíamos tener alguna capacidad, alguna participación. Parece que no.

La astucia del sistema divide las poblaciones —en un sentido estadístico— mediante las ideologías dicotómicas. Con una argucia tan sencilla y sutil, las grandes masas de población quedan neutralizadas. Podemos redondear en un 50% los bandos divididos. Frente a ideas que en principio deberían entusiasmar a cualquiera, como la Agenda 2030,[15] cuyos postulados (Objetivos) principales, cuyos fundamentos éticos se deberían fijar en un eje axiológico universal, por culpa de ciertas «máculas» ideológico-morales —identidades simbólicas fácilmente reconocibles—, una de esas mitades en que el Sistema tiene dividida a la humanidad interpretará ineludiblemente el proyecto como un constructo plagado de peligros, trampas de ocultos grupos de poder para convertir el mundo en una suerte de masa amorfa, manejar la sociedad como un rebaño de ovejas controladas una a una mediante un chip; verán en la Agenda un intento escamoteado de esclavizar a la humanidad [sic], lo cual hace imposible que el proyecto se haga efectivo. Infectados por el virus de las ideologías, hombres y mujeres denostarán sin paliativos la Agenda 2030 como un plan satánico. Necesitaríamos un buen ensayo de unos cuantos cientos de páginas para desmenuzar este asunto. Podríamos elaborar unos capítulos iniciales de 200 o 300 páginas para explicar punto por punto qué es lo «rescatable» —objetivamente y con consenso inapelable— y lo que es susceptible de aviesas interpretaciones; pero entonces tendríamos a la otra mitad seguramente en contra. Posicionamientos en lo que se refiere a religión (vs agnosticismo/ateísmo), comportamientos sexo-parentales, modos de vida (aquello que tiene que ver con lo denominado «ideología de género»), aceptación del aborto o rechazo (como siempre, sin matices), decenas de sutiles derivaciones de carácter ético, y un largo etcétera, convierten el intento por mejorar el mundo en una frustración asegurada. Larvada, se entrevé una gran paradoja. Bien leída, con notas y señales, dicha Agenda lleva implícita la extensión de la democracia y su transformación, de democracia representativa a democracia participativa —eso que llamamos más arriba democracia real—. Un fin, aparejado al debilitamiento del Estado, que el grupo de críticos liberales no ven por ningún lado. Más bien todo lo contrario, una estatalización de la vida. Una injerencia mayor de los Estados sobre los ciudadanos. Una paradoja anida en que los detractores —en su total derecho, aunque igual de ignorantes que su grupo opuesto sobre la gran jugarreta de estar divididos por la astucia de un Sistema autoinmune—, creen adivinar en el proyecto un cepo para su libertad, es decir, lo contrario a que el poder rebose la línea de flotación de las cúpulas para derramarse horizontalmente hasta ponerse en manos del conjunto de las sociedades y de cada individuo.

Quien proponga, frente a la barbarie que no dejan de perpetrar los prebostes, cualquier tipo de solución salvífica, cualquier fórmula para aglutinar la masa social necesaria para cambiar las cosas, cualquiera que postule tretas humanísticas con las que deponer a los salvajes, sus guerras, sus intereses, sus masacres públicas y privadas, cualquier líder benévolo que pueda aflorar debe saber que generará un ineludible 50% de rechazo mayormente irracional; con suerte, cosechará la admiración del otro 50%, de parecida irracionalidad. Es la regla general, por muchos matices que luego quepan formularse.

La desgracia de la sociedad dicotomizada es que perpetuará las cúpulas de poder. Sin una sociedad unida moralmente, que alcance un acuerdo necesario, un eje axiológico sobre el que hacer pivotar un Sistema renovado, humanista en el sentido más clásico y ético del término, las antediluvianas estructuras jerárquicas permanecerán para siempre. Lo utópico del asunto perpetuará la guerra, el poder y una humanidad sometida al capricho potencial del sufrimiento. La servidumbre humana seguirá siendo el resorte del poder. Hasta el final.[16]




NOTAS


[1] Parto de la premisa de que —llegados a este cuarto del primer siglo del Tercero Milenio, si no se ha obviado el bagaje cultural al alcance de casi cualquier persona— todo idealismo supone siempre un infantilismo previo. Ninguna mente madura puede imaginarse, verbigracia, una nación mejor que otras, superior. De hecho, la creencia de que existe tal nación, cualquier nación, la idea misma de 'nación' es idealismo puro y por tanto idiocia, puerilidad, infantilismo (carece de sentido incluso en su significado estrictamente jurídico. Por mucho que hayamos dicho idiocia, el infantilismo o inmadurez mental no implica necesariamente falta de inteligencia. Pueden coexistir la estupidez y el idealismo, de hecho, se llevan magníficamente, pero no siempre y necesariamente se dan juntos. Despojamos por tanto del término idiocia su connotación de falta de inteligencia, quedándonos sólo con la denotación 'infantil'. «¿Por qué no mejor evita usar el término?», me podría preguntar alguien, con buen criterio y total pertinencia; «Porque me gusta mucho esta palabra».

[2] Hechos y números de inconmensurable protervia, un horror tal que cualquier rey medieval, general de la Antigüedad, emperador de época Moderna lo habría considerado como pura ficción, un daño inalcanzable. Primera Guerra Mundial (1914-1918): La Primera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra, causó la muerte de aproximadamente 16 millones de personas. Este número incluye tanto a militares como a civiles. Las principales causas de muerte fueron los combates, las enfermedades y las condiciones de vida en las trincheras.

Segunda Guerra Mundial (1939-1945): La Segunda Guerra Mundial fue aún más devastadora, con un estimado de ¡70 a 85 millones de muertos! Este conflicto no sólo involucró a más países, sino que también incluyó genocidios, bombardeos masivos y el uso de armas nucleares. Las víctimas incluyeron militares, civiles, y millones de personas que murieron en campos de concentración y exterminio.

[3] Hubo ciertas potencias que no parecieron apercibirse de la necesaria y conveniente paz y jamás dejaron ni dejarían de jugar a las batallitas globales, moviendo en el tablero las piezas con absoluta banalidad. Por natura inmunes al dolor de su propia gente, o por no haber sufrido en su suelo la masacre de la guerra, seguirían, hasta nuestros días, enviando a sus soldados a ésta y aquella región lejana, jóvenes destinados a convertirse en heroica carne picada.

[4] Escohotado, Antonio. Los enemigos del comercio. Una historia moral de la propiedad. Tomos I, II y III. Espasa‑Calpe, 2008, 2013 y 2017.

[5] Las fechas de este período son aproximativas, siendo la fecha del término, 2001, más certera, por emblemática, con dos hitos de alcance global que a la fuerza marcan un punto de quiebre afectante: el atentado yihadista del 11S contra las Torres Gemelas de Nueva York y el comienzo de la entrada en circulación del euro; se irían acumulando una serie de hitos, sobre todo en el mercado bursátil y en la economía financiera, que llevarían al mundo a la gran crisis de 2008. Detectada buena parte de las causas que provocaron la crisis, sin embargo, países, entidades, mercados, políticas, etc. no cambiaron prácticamente nada en el comportamiento del sistema, más allá de rescatar grandes bancos y entidades elefantiásicas cuya caída habría podido implicar el colapso económico de países enteros, «secuestrar» Estados deudores para poner a La Troika descaradamente a gobernarlos (Grecia), en orden prioritario a la satisfacción de la deuda pública, rebajando las partidas de los presupuestos generales de algunos miembros de la UE destinadas a políticas de protección social, etc. Todos los agentes citados, responsables de la crisis, se comportaron como si nada hubieran aprendido, hipotecando el futuro para los pobres venideros y poniendo claramente en riesgo la economía mundial para un futuro no muy lejano, por ejemplo, ahora, en un contexto de imprevisto riesgo: las hogueras de la guerra parecen prosperar, extendiéndose aquí y allá. De esto habla este artículo.

[6] Recuperado, julio 2025: https://elpais.com/internacional/2025-06-24/alemania-triplicara-el-gasto-en-defensa-hasta-llegar-al-35-en-2029.html

[7] Recuperado, julio 2025: https://www.huffingtonpost.es/global/alemania-mueve-rearme-masivo-gasto-otan-dara-vuelco.html

[8] Recuperado, julio 2025: https://www.cronista.com/usa/trending/vuelve-el-ejercito-mas-temido-de-la-segunda-guerra-mundial-ya-gasta-mas-en-armamento-que-francia-e-inglaterra/

[9] El general McArthur (cita Trump): «Nunca dejes que Alemania se rearme». Puede verse este video de YouTube (recuperado, julio 2025): https://www.youtube.com/watch?v=lVGYIpuq5eE El vídeo no tiene un enfoque precisamente crítico y el título del canal es suficientemente expresivo de lo que será escrito más abajo sobre la familiaridad, el nada inocente acostumbramiento a expresiones que poco a poco van insensibilizándonos.

[10] «Oh, alma mía, no aspires a la vida inmortal, pero agota el campo de lo posible». Píndaro. III Pítica, a través del exergo de El mito de Sísifo, Albert Camus, 1942.

[11] En lo más alto de las jerarquías que mueven o hacen mover las piezas del tablero mundial, nadie tiene claro quién está en la cúspide y quiénes inmediatamente abajo; seguro que hay ósmosis, mezcla, «equilibrio térmico» (cuarta ley de la termodinámica), en verdad, leyes completas de la termodinámica, en tanto que la pirámide no es otra cosa que la representación gráfica de un Sistema físico. Los flujos tienen que existir a la fuerza, de arriba a abajo y de abajo a arriba. Pero la mayor parte del respetable sabe: grandes familias y entidades de capitales —de los Rothschild, Banco Mundial, FMI, pasando por BlackRock o cenáculos periódicos de sociedades como el club Bilderberg.

[12] Una lista extensa y comentada de poderes en lo alto de la pirámide jerárquica del sistema sociopolítico mundial puede verse en este enlace: pirámide jerárquica del orden mundial, Hernán Valladares Álvarez.

[13] Pinker, Steven. Los ángeles que llevamos dentro: El declive de la violencia y sus implicaciones. Paidós, 2012. Pinker ofrece estadísticas, gráficas y explicaciones que justifican ese optimismo antropológico, demuestran (casi) el lento pero imparable progreso de la humanidad.

[14] vv. aa., Brockman, John (ed.). Este libro le hará más inteligente: nuevos conceptos científicos para mejorar su pensamiento. Paidós, 2017. A pesar de su título comercial tan empalagoso, recoge artículos de Daniel Kahneman, Richard Dawkins, Martin Selingman, Daniel Dennett, Steven Pinker, Daniel Goleman, Matt Ridley y J. Craig Venter, entre otros, la mayoría de ellos, optimistas antropológicos con fundamento, rasgos rastrea hablé a través de sus obras y artículos. 

 

[15] En 2023 hice una lectura crítica. También leí críticos a favor y en contra, si resultaban razonables, descartando textos que poco pueden aportar por su grado de parcialidad, enemistad irracional. A cierto crítico desde una perspectiva cristiana: «Nos dice que es difícil no sentirse identificado con algunos de los objetivos, más aún, no tomárselos, más allá de la aproximación, como obligaciones morales, incluso particularmente si se es cristiano. Así sucede cuando se habla de acabar con la pobreza, el hambre o la guerra mundiales. Bien está que esto vaya por delante. Parece que como primeros objetivos nadie puede estar en contra y querer ver detrás de ellos ningún tipo de conspiración extraña».

[16] La bibliografía concerniente a sistemas (de poder) y servidumbres podría conformar cadenas enteras de montañas. Allí se encontraría a Marx y Karl Popper, Ettien de la Boétie, Hobbes, Rousseau, ensayos filosóficos e históricos, económicos y políticos, de izquierda, centro y derecha, libros marxistas y libros liberales, religiosos y ateos, científicos y anticientíficos... Escritos y no escritos.

Mirad estas palabras de Herman Hesse, el misántropo más filantrópico que se ha dado en la historia de la literatura contemporánea:

 
El ser humano singular, único con sus herencias y posibilidades, sus cualidades e inclinaciones, es un ser frágil y delicado, que puede necesitar un defensor. Y del mismo modo que todas las grandes fuerzas están en contra suya —el Estado, la escuela, las Iglesias, las colectividades de todo tipo, los patriotas, los ortodoxos y católicos de todos los campos, sin olvidar los comunistas o fascistas—, yo, y mis libros, hemos tenido siempre a todas estas fuerzas en contra y hemos sufrido sus métodos de lucha, los correctos y los brutales y ruines. He podido constatar mil veces lo amenazado, indefenso y perseguido que está en el mundo el individuo, el independiente, y la necesidad que tiene de protección, aliento y amor. Pero al mismo tiempo he comprendido, a través de mis experiencias, que en todos los campos y en todas las comunidades, desde las cristianas hasta las comunistas y fascistas, existen muchos que a pesar de las ventajas y comodidades, no se conforman con integrarse y sufren bajo la ortodoxia. Y así, se enfrentan al rechazo y a los ataques masivos de las colectividades miles de preguntas y confesiones más o menos desconcertadas de individuos a los que mis libros (y naturalmente no sólo los míos) dan algo de calor, alivio y consuelo. Pero los individuos no siempre se sienten fortalecidos y animados, sino a menudo seducidos y confundidos, porque están acostumbrados al lenguaje de las Iglesias y los Estados, al lenguaje de las ortodoxias, de los catecismos, de los programas, a un lenguaje que no conoce la duda y que no espera ni tolera otra respuesta que la de la fe y la obediencia.

 

Algunos otros sitios web visitados, todos recuperados

en los primeros días de julio de 2025


1: [El País](https://www.elpais.com.co/mundo/el-2025-recibe-un-mundo-en-guerra-hay-56-conflictos-y-guerras-activas-0449.html)

2: [La Nación](https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/guerra-entre-israel-e-iran-en-vivo-ultimas-noticias-del-conflicto-hoy-nid27062025/)
3: [20 Minutos](https://www.20minutos.es/tecnologia/actualidad/experto-drones-asegura-rusia-usa-tecnologia-origen-irani-en-ucrania-5725620/)
4: [MSN](https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/ucrania-afirma-haber-detenido-el-avance-ruso-en-la-regi%C3%B3n-de-sumy/ar-AA1HwIGs)
5: [MSN](https://www.msn.com/es-mx/dinero/noticias/por-qu%C3%A9-china-seguir%C3%A1-dominando-el-mercado-de-las-tierras-raras-los-pr%C3%B3ximos-a%C3%B1os/ar-AA1GU7Mx)
6: [El Mundo](https://www.elmundo.es/economia/2025/06/24/6859869dfc6c8377508b45b7.html)
7: [MSN](https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/guerra-ucrania-rusia-en-directo-trump-planea-enviar-misiles-patriot-a-zelenski-mientras-putin-aleja-la-idea-del-alto-el-fuego/ar-AA1HAvaE)
8: [Investing](https://mx.investing.com/news/world-news/otan-acuerda-aumentar-meta-de-gasto-y-reafirma-compromiso-de-defensa-comun-3188151)
9: [Infobae](https://www.infobae.com/america/mundo/2025/06/25/que-implica-el-nuevo-objetivo-de-la-otan-de-aumentar-al-5-el-gasto-en-cuestiones-de-defensa/)
10: [Investing](https://es.investing.com/news/world-news/la-otan-acuerda-aumentar-el-objetivo-de-gasto-y-respalda-la-defensa-comun-3193429)
11: [Euronews](https://es.euronews.com/my-europe/2025/06/25/el-gasto-en-defensa-del-5-del-pib-y-otras-claves-de-la-cumbre-de-la-otan)

martes, 8 de abril de 2025

LA ESTUPIDEZ HUMANA, FRENTE AL MAL Y LA GUERRA

La estupidez humana, frente al mal y la guerra

Sobre el crecimiento del gib mundial

(gib: Gilipollez Interior Bruta)

 Lo peor de nuestra época no es que haya más estupidez que en otros tiempos, que la hay. Lo peor es la atención que se le presta. Su preocupante capacidad de proliferación en los tiempos de la reproductibilidad internáutica —parafraseando a Walter Benjamin—.[1] Lejos de ignorarla, se la potencia. Al hablar de estupidez, podemos ir incrementando el campo semántico de lo que esto significa, arrancando del erasmiano concepto de estulticia —mezcla de estupidez y locura— y recalando en definitiva en la mismísima maldad.[2] Concedamos también un particular grado de estupidez —¿disfraz?— entre aquellos autores que, por ejemplo, denuestan la iniquidad[3] desde ciertos esquemas religiosos, queriéndonos hacer comulgar con la rueda de molino de que antes de la aparición de Jesucristo no existía la recta ética. Que la Grecia clásica no dio nada parecido, nos quieren hacer creer; que en realidad eran unos bárbaros igual que todas las civilizaciones hasta que no llegó Jesús. De Adán y Eva al niño Jesús todo era barbarie. De estos proselitistas, los más meritorios o competentes llegan a publicar potentes ensayos con amplio aparato bibliográfico,[4] trabajos de ardua investigación; se posicionan en una suerte de punto de partida aséptico, como si no tuvieran ninguna intención previa, ninguna tesis que demostrar, como si se tratase de trabajos de investigación cuyas verdades se abren paso a costa de la demostración fáctica que las fuentes originarias van proyectando. Es una completa mentira, por supuesto, mixtificación si se prefiere, pues más bien se trata de ocultar toda la información que contradiga su tesis y aportar exegéticamente —léase, como papilla digerida— todo aquello que remache sus creencias previas —lo cual resulta un lamentable dispendio de esfuerzo, desperdicio de miles de páginas de valiosas fuentes, donde se pierde la ocasión de hacer brotar la luz de la verdad en pro de la falsa demostración de una tesis precursora—. Sucede igual con muchos historiadores de un signo u otro. Es lo más deshonesto que puede producirse en estudiosos de signo positivista, siquiera en el rubro de la ciencia blanda. Pero ciencia, al fin y al cabo. Estos apóstoles de la verdad —la revelada— y sus voceros suelen salvar de la hoguera de la Antigüedad, «salvaje» y carente de toda ética, a Sócrates como única excepción —no es plausible que un solo individuo posea una idea de forma completamente aislada dentro de un corpus social; es una aberración lógica, pues los individuos de una época, insertos en un grupo social dado, no pueden concebir ex nihilo un input ideológico, sino que éste tiene que nacer por fuerza dentro de una corriente existente; no hay generación espontánea de ideas, éstas deben ir desarrollándose en un determinado caldo de cultivo—. Los más audaces, generosos, saludan también con cierto entusiasmo y concesiones de moralidad a la figura de Buda Gautama, de quien además estiman y resaltan su carácter religioso. Sobre Sócrates, resulta claro que le concedan el beneficio de la bondad precristiana, ya que es imposible agarrarle en una contradicción ética —acaso falta de decoro u obscenidad, por aquella anécdota en que se narra cuando Sócrates se masturbaba en el ágora, alguien se lo reprochaba y él respondía que no iba a perder la oportunidad de satisfacer una necesidad porque, «ojalá pudiera quitarme el hambre sólo con rascarme la barriga»—. El pequeño rechoncho de chatas narices era bueno a rabiar. Por supuesto, muchísimo mejor que Jesucristo. Sócrates no se enfadaba y maldecía a quienes no lo escuchaban, simplemente les decía buenas tardes y hasta luego. Sócrates no achicharraba una higuera como dicen que hizo Cristo, porque se acercó a ella para saciar su hambre tomando unos higos maduros y resultaba que era invierno y las higueras no dan ni brevas ni higos en invierno, y por mala chica arbórea, provoca la ira de Jesús, quien decide socarrarla. Sócrates nunca habría hecho algo así, porque, para empezar, como buen no-negacionista científico, habría sabido en qué estación se le pueden pedir frutos a la higuera. En los evangelios apócrifos —así llamados, pero no menos fidedignos que los canónicos, los cuatro aceptados por la Iglesia— hablan, por ejemplo, de la infancia de Jesús. Allí descubrimos a una especie de niño con superpoderes, los cuales utiliza para vengarse de las molestias de otros niños, dejándolos fritos en el campo, o sea, matándolos, para luego regresar tan campante a casa a comer con su madre María y con su presunto padre, José.[5]

Sócrates: ¿el menos tonto y el más
bueno de la Historia? Probablemente

Así pues, lo malo de nuestra época no es tanto la idiotez y el número creciente de idiotas como el caso que se les presta. El mayor problema de nuestro tiempo es que se dispensa demasiada atención a los idiotas, quienes encuentran en las llamadas redes, muy particularmente en YouTube, un tremendo altavoz para multiplicar su mensaje de estupidez. Hay terraplanistas, fanáticos religiosos, vendedores de éxito y felicidad, propagadores del mensaje de que sólo el dinero y el éxito son los objetivos que hay que perseguir, fanáticos que aseguran haber descubierto científicamente la vida del más allá,[6] creacionistas, negadores de la ciencia, creyentes en el «gran reemplazo», revisionistas de la Historia en sus pocos hechos palmarios, etc. etc. En justicia, debemos reconocer que YouTube, como otras plataformas de las llamadas redes sociales, también han permitido la afloración de autores, creadores y creadoras de contenido de notable consideración, entrevistas, conferencias y demás piezas de estimable valor intelectual e incluso ético, contenidos enriquecedores, los cuales salen a la luz, se hacen públicos y reciben miles, cientos de miles de visualizaciones, cuando, antes de la existencia de Internet y su progresivo desarrollo habrían quedado completamente silenciados. Fuera del objetivo de medios tradicionales, ya públicos, ya privados. Los medios de comunicación «clásicos» se deben a multitud de factores cegadores del auténtico valor, condicionados por quienes los auspician económicamente, por la búsqueda de popularidad e índices de audiencia, por los sesgos políticos de turno, etc.

En el caso de personas con mayor o menor poder político y económico, de quienes trataremos a continuación, proliferan también los manoseados populismos, las facciones extremas, sobre todo de derechas, más o menos próximos a las viejas posturas fascistas, pero en realidad —aunque así se les llame muchas veces—, alejados de este posicionamiento, en tanto que revestidos de una particular moralidad y religiosidad —recordemos que el fascismo, como el comunismo, se levantan sobre los cimientos de un mecanicismo fundamentalmente materialista y ateo, aunque no todos—. Una ola de moralismo inquisitorial recorre el mundo y une bajo un nuevo-viejo paradigma ético a un sinfín de líderes y millones de acólitos fuera ya del caduco espectro izquierda-derecha. El revisionismo y la aversión a la ética relativista del posmodernismo nos está trayendo una corriente más moral que política —pero transmitida mediante ésta—, o mejor, diríamos, avasalla el planeta una corriente política cargada de un determinado eje axiológico, una política moralista capaz de unir al líder (tontiloco Trump) de los Estados Unidos y al de Rusia (protervo Putin), y a éstos con la ultraderecha argentina —turbo y anarcoliberalismo—, la italiana, francesa o española, austriaca y alemana —Achtung!!—, etc.


¿Cuál será su proporción de ignorancia,
idiocia y maldad? Me temo que
anda bien provisto de todo ello

¿Y este bicho?

Crece el número de idiotas, ¡atención!, en un rubro peligroso. Una idiotez que va abriéndose paso cada vez más y que tiene que ver con la maldad en su mayor y peor expresión. Protervia. El caldo de cultivo viene alimentándose desde hace un tiempo. El tiempo no es una medida estable. Se estira y se encoge como se supone que lo hace el Universo. A vista del ser humano, ese ritmo cósmico parece lento, casi detenido y, sin embargo —nos dicen los astrónomos, astrofísicos y demás científicos acreditados al respecto—, su velocidad es la de la luz.[7] Tenemos la impresión de que el tiempo propio e histórico se está acelerando locamente. En lo que pestañeamos, de repente, igual que nos brotan las canas, arrugas y dolores crónicos, brota una autocracia, accede al poder de una nación un chiflado, los presidentes o primeros ministros se convierten en muñecas manejadas por hilos, el terreno queda expedito para idiotas-perversos de mayor escala e inmediatamente después, el número de seguidores idiotas explota como una manada de gremlins en una piscina olímpica, se multiplican, parece, en progresión geométrica. Detrás, eso sí nunca hay que olvidarlo, existen cabezas pensantes, filósofos e ideólogos, algunos, de una inteligencia proverbial. Probablemente el ejemplo más conspicuo se plasma en Alexander Duguin, desarrollador de la teoría de la multipolaridad o de la corriente neoeurasianista,[8] ultranacionalista de ideas imperialistas, creador del partido del Partido Nacional Bolchevique —del que se sigue la existencia de un nacionalbolchevismo, de perfecta equivalencia al nacionalsocialismo hitleriano— junto con Eduard Limónov[9]. Alexander Duguin, gran arquitecto de las ideas geopolíticas, morales, históricas e ideológicas que guían las acciones de Putin, ejerce como su más influyente consejero, sentado a la derecha del autarca. «El cerebro de Putin», «Rasputín» del autarca, ha sido denominado en ocasiones. Muy visible hasta hace poco, activo conferenciante, parece habérselo tragado la tierra desde hace un tiempo, cuando un atentado dirigido a él terminó lamentablemente con la vida de su joven hija Daria (29 años), cuyo Toyota Land Cruiser, utilizado normalmente por su padre, voló por los aires tras la explosión de una bomba (20 de agosto de 2022), en los alrededores de Moscú. Daria tenía también una gran actividad política e intelectual, seguidora de su padre.

Aleksandr Dugin, «el Rasputín» de la
Federación Rusa, sobre quien
hay un artículo en Diarius Interruptus:
https://diariusinterruptus.blogspot.com/search/label/Aleksandr%20Dugin 

Quienes manipulan lograrán que el ejército innúmero de seguidores recurran a la artimaña de dar la vuelta a la idiotez y a la inteligencia, tratar como blandos e idiotas precisamente a quienes tienen juicio propio, por ejemplo, colgando etiquetas vituperantes —presuntamente «fina ironía», cuando en verdad, grosería dialéctica frente a la «falta de argumentos»—, insultos tales como alelados, creyentes en el  maravilloso mundo de Alicia (secta de Gustavo bueno dixit), comeflores, buenistas (de buenismo, acuñado o siquiera hipertrofiado en época de Zapatero); quieren hacer pasar por bobo al pacifista, cuando ya lo dijo el cómico: inteligencia militar es una contradicción y, en fin, Bernard Shaw o Einstein no parecen especialmente pendejos, entre otros miles de clarividentes defensores de la paz.

Los predicadores de la guerra empiezan a proliferar. Nos anestesian no tan poco a poco la sensibilidad, van acostumbrándonos. Un cierto belicismo se está contagiando como una plaga; incluso los ayer pacifistas, aquellos que en la España del 82 votaron no a la entrada en la otan, hoy justifican el rearme nacional y europeo. Se basan en la necesidad de defenderse contra Putin. Únicamente disuasión, pretextan. El taimado exkgb es uno de los mayores estúpidos-malvados,[10] y su acción está provocando la reacción necesaria: una multiplicación de estúpidos que aprovechan la ocasión para posicionarse precavidamente detrás de él, contra él, pero a la zaga, perseguirlo. Ha resurgido con Vladímir Vladímirovich Putin, de la tétrica caverna de la primera mitad del siglo XX, un tipo de sátrapa nacional(ista) que creíamos extinguido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con un pensamiento político retrógrado, para quien la guerra es un (pen)último instrumento de hacer política. La Duma vintage, en un tercer milenio que el mundo de los utópicos —lo cual incluye el noventa por ciento de los parlamentarios de la Unión Europea—, así como el inútil que esto escribe, pensaba la nueva Era de Acuario, decide invadir un país vecino, Ucrania —en su lógica putinesca, una nación sin derecho a serlo, que debería formar parte todavía del resto de la gran Rusia—. Su ser manifiesto provoca la intervención del resto de potencias. Y un nuevo giro de guión totalmente imprevisto, la desafección de los Estados Unidos como padre protector del Occidente, despierta los demonios de Europa. Es el gran momento de la estupidez y la proliferación de sus hijos: hay que armarse hasta los dientes.

Comienzan los debates de la persuasión. En la dialéctica de la estulticia y la maldad, frente a quienes se muestren pacifistas y frente al conjunto de una sociedad que se había tomado en serio el bienestar de la paz y de la democracia, se esgrime entonces un latinajo y tal cosa resulta como un ensalmo mágico para la consagración de realidades —¡ojo con el periodismo, su capacidad de propagación y las profecías autorrealizadas!, hemos visto ascender a partidos políticos a costa de apariciones televisivas—: «si vis pacem, para bellum», esgrimen el coronel retirado o el general, invitados omnipresentes en las tertulias de los medios, entrevistados en la televisión pública. Si la máxima funcionaba en la Roma imperial, como demuestra su enunciación latina, si los romanos, que tanto sabían de guerra y estrategia, lo creían así, ¿cómo va a fallar el argumento? En otra entrevista televisiva, el ministro lo repite, el ensalmo mágico justificativo: «si vis pacem, para bellum». «Si vis pacem, para bellum», tamborilean como monos de repetición los periodistas, contertulios y contertulias, el argumento definitivo, verdad en la lengua del Vaticano. Cualquier invitado en televisión a quien se entreviste a título de experto en la materia volverá al marchamo pletórico de sabiduría: «si vis pacem, para bellum». Si existe un latinismo para expresar algo, entonces ese algo quedará revestido de aserto sacrosanto, de verdad adscrita a la falacia de autoridad. Y sabemos que no es así, que preparar la guerra no asegura la paz de ningún modo, igual que sabemos, pese a los simpáticos latinajos apócrifos, que el semen retenido no es veneno (semen retentum venenum est) o que en el vino no está toda la verdad (in vino veritas) —dependerá del vino—. Tertulianos de toda laya esgrimen el latinismo del para bellum con petulante rotundidad y así, se colman de razón. Incluso en las charlas de sobremesa de los hogares ha penetrado el latinajo. Hasta un corrillo de amigos o simplemente vecinos en la barra del bar, en el aperitivo del domingo: si vis pacem, para bellum. Detrás de la frase, ya todo el mundo lo sabe, Europa —léase Unión Europea, esa idealidad siempre a punto de florecer y a punto siempre de marchitarse— debe crear su propia otan, desvirgar los obsoletos presupuestos de Alicia en el País de las Maravillas[11] y aumentar el gasto en Defensa. Qué coño, seamos realistas, maduremos. Resulta indispensable, vital y hasta saludable, como una sal de frutas para aplacar nuestras agruras del almuerzo ucraniano, la cenorra rusa y el postre intempestivo de un Loco en la Casa Blanca. De la frase popularmente extendida en versión corta, si vis pacem, para bellum, se nos arroja un imperativo: ‘prepara la guerra si quieres la paz’.[12] Con dos pelotas. 

Tertulianos con trompa, parche y báculo. Foto: Wikipedia

Quien lea este artículo tendrá la tentación de adscribir al autor a alguno de los ejes laterales de esa hemiplejía moral orteguiana y nada podría ser menos acertado. Bertrand Russell se mostró claramente renuente a entrar en guerra con Alemania en lo que supuso la Primera Guerra Mundial; sumariamente, aducía al antañón refrán, seguramente existente en la mayor parte de las lenguas del mundo: «cuando uno no quiere, dos no riñen». Dejar pasar al enemigo con pragmática cordialidad habría supuesto, según el matemático y filósofo británico —internacionalista—, un encuentro con su propia irrealidad; un pasmo de inacción frente a lo irrealizable. Sin embargo, su pacifismo sin fisuras desbordaría el ángulo de reposo cuando Hitler, seis años después de haber accedido a la cancillería alemana (enero de 1933), comenzó su escalada de vesania, invadió Polonia (1 de septiembre de 1939) y puso a Europa entre la espada y la pared, cuando hubo emprendido el genocidio calculado, la puesta en marcha de las desquiciadas ideas de su manual, Mi lucha (Mein Kampf), entre la oligofrenia y la perversidad. Bertrand Russell manifestó que no había otro remedio que defenderse con las armas frente a semejante monstruo.

¿Podría suceder esto con Putin? En un encuentro China-India-Rusia en el que Putin buscaba algún tipo de alianza prebélica, el primer ministro indio Narendra Modi lo frenó lapidariamente: «no es momento para la guerra», le dijo —en lo que parecía una referencia sumaria al signo de los tiempos, una significación epocal—.[13] Y en efecto, las mentalidades, el paradigma geopolítico, el caldo de cultivo ideológico, la «sopa primordial» de nuestro presente no permite hacer un paralelismo con el momento en que se produjeron las dos guerras mundiales; al menos, si el mundo no pierde la cabeza y empieza a desoír cuanto antes los cantos de oscuras sirenas; si se corta cuanto antes ese incremento del gib mundial —recordemos: (Gilipollez Interior Bruta), sin relación ni directa ni inversamente proporcional al pib— ; si se logra vencer el avance de la estulticia y retornamos a la lógica del pensamiento débil[14] y la inteligencia, sobre todo, «inteligencia ética». Lo escribo y lo noto improbable. Si la Agenda 2020-2030 despierta sospechas y es millonariamente repudiada; si se teme paranoicamente al acceso a un Nuevo Orden Mundial, lo que implicaría necesariamente la existencia de un Viejo Orden Mundial y se establece así la preferencia de su preservación, a pesar de haber demostrado siglos y milenios históricos de penurias; si el empecinamiento por la parálisis —histórica y ética—, la terca preferencia del «más vale malo conocido», si el temor al cambio, por acuciante que éste sea, resulta tan tremendamente popular, entonces, ¿cómo creer en la consciente unidad humana para un regreso a los «valores» de la posmodernidad o, mejor aún, para el acceso necesario a una «ultramodernidad» finalmente redentora —utopía—?

Volvemos a la pregunta inicial del párrafo anterior: ¿Podría suceder esto con Putin u otro que venga?; el peor de los pronósticos, su profundización, la contumacia terminal, un mayor e irrefrenable grado de ambiciones imperialistas, su conversión definitiva en un nuevo —improbable— Hitler, pasando por encima de un paradigma histórico, en principio, no propiciatorio, tal y como apuntan las palabras de Narendra Modi. No lo sabemos, y tenemos que dejar un resquicio de duda a todo el pacifismo subyacente de este artículo, porque hay ocasiones en las que la realidad nos obliga a posicionarnos dicotómicamente, contra nuestros principios teóricos —pensamiento filosófico que implique un mayor o menor grado de utopía frente al discurso de la realpolitik—, en el lado «correcto» de la Historia; cuando, del otro lado, el demonio se manifiesta irrefrenable. Lo que creo es que no ha llegado ese momento. Para que las democracias liberales y lo que llamamos Occidente hagan frente unitariamente, como hasta ahora, a los probables, y sólo probables, demonios, tenemos aún un margen para la paciencia. Trump —léase, pérdida de alianza con los Estados Unidos, la desafección del gran escudo americano y la desarticulación incluso de la OTAN—, en principio, tiene cuatro años como fecha de caducidad, en el peor de los casos. Excepto que monstruito naranja tome una deriva autoritaria, se perpetúe, que se bolivarice y se convierta directamente en uno de esos dictadores 2.0 a quienes ahora denominamos autócratas, opción demasiado distópica por el momento. Todo puede suceder. La puesta en marcha de políticas de rearme, inversiones gigantescas en armamento e inteligencia militar—signado todo ello de una urgencia feroz—, que Europa se meta en el gimnasio en régimen intensivo para una sobremusculación bélica, llevar a cabo hasta sus últimas consecuencias la locura preventiva del para bellum so pretexto de una hiperbólica defensa de la paz, hasta el sumo grado de poder hacer frente a la supuesta fuerza militar de los potenciales enemigos —toda una quimera más hipotética que mensurable—, será algo muy difícil de frenar —¿conllevará el trastorno de la Europa social, un cambio de paradigma en el juego de la libertad, la cultura, el cuidado de la ciudadanía, tal vez la deturpación de la democracia misma?—. Ni siquiera sabemos exactamente cuáles son los demonios que nos están invitando al baile.

Putin, Narendra Modi y Xi Jinping, entre quienes no es difícil ordenar el título
de la obra maestra El Bueno, el Feo y el Malo (matiz: el feo no es nada tonto)

Mi creencia es que todo aquello que el ser humano fabrica, tarde o temprano tiende a ser utilizado. La Caja de Pandora siempre se abre en algún momento. Es como una maldición evolutiva. Si algo se desarrolla, la especie es incapaz de deshacerse del producto, por peligroso que sea potencialmente (fármacos, armas, máquinas imperfectas, virus de laboratorio, sustancias letales, energías apocalípticas…).

Así que nada, frente a la estulticia más perniciosa, hagamos lo posible por no caer en la trampa. Lo guerrero, mejor no menearlo. Se liberarán los demonios si seguimos frotando y frotando la lámpara maravillosa, despertando al genio.

Sursum corda!, ‘¡levantemos los corazones!’, éste debería ser el rotundo latinajo con el cual quedarnos, con este latinajo litúrgico, y no con otros de funestos augurios.

Y con este otro: vale.

 

La mejor traducción del título de Erasmo creo que
debería decir «estulticia» —normalmente aparece «locura»—,
porque es mezcla de estupidez y locura.
Originalmente Moriae Encomium, sive Stultitiae Laus

El gran Erasmo de Rotterdam, quien influyó prominentemente
en buena parte de los autores hispanos del Siglo de Oro,
«y quien dijera lo contrario, miente» —parafraseando
al seguramente «contaminado» de erasmismo Miguel de Cervantes—


Hernán Valladares Álvarez, 5 de abril de 2025



[1] Walter Benjamin. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1935).

[2] Perdónense los visos platónicos —la inextricable unión entre belleza, inteligencia y bondad; entre fealdad, idiotez y maldad—, pero de un modo magistralmente irónico y contemporáneo y nada platónico vino Carlo M. Cipolla a establecer relaciones semejantes en su otrora famosísimo libro Las leyes fundamentales de la estupidez humana.

[3] Creo que hay una preferencia por el término iniquidad en el análisis cristiano sobre la maldad humana. Implica un cierto sesgo. Sobre libros que incorporen el término en su título, referiré dos de ellos, uno de los cuales ha sido escrito por un viejo amigo durante la época de la Facultad en la Universidad Autónoma de Madrid. El primero, digamos de un modo sencillo, es más puramente cristiano: Ana Méndez Ferrell. La Iniquidad. Voice of the Light Ministries, Incorporated, primera edición, 2008. Si se revisa en Internet, la autora se nos antoja una flipada cristiana, doctora en Teología en una universidad de California, conferenciante y propagadora de un mensaje cristiano al más puro estilo Mary Baker Eddy. Asústese quien quiera —«El poder milagroso de Dios la liberó [a la señora esta que escribe el libro] completamente y la transformó en uno de sus generales para dirigir su ejército y liberar las naciones de las obras de satanás»—, recuperado (18 de marzo de 2025) en: https://vozdelaluz.com/quienes-somos/ana-mendez-ferrell/.

El segundo libro: Alejandro Rodríguez de la Peña. Iniquidad. El nacimiento del Estado y la crueldad social en las primeras civilizaciones. Rialp ediciones, Madrid, 2023. Aquí nos encontramos con un libro de mucha mayor contundencia y seriedad, centrado en la investigación histórica y no en las flipadas mesiánicas. Llevó cerca de veinte años de investigación y recopilación de datos por parte del autor. Alejandro Rodríguez de la Peña (Madrid, 8 de mayo de 1972) es un historiador, escritor, conferenciante y catedrático de Historia Medieval en la Universidad CEU San Pablo.

[4] Aunque, en fin, en sentido contrario, encontramos el brutal, demoledor, titánico trabajo de erudición germánica, difícilmente igualable: Deschner, Karlheinz. Historia criminal del cristianismo. 4ª ed., Ediciones Akal, 2008.

 [5] En los Evangelios apócrifos (descargables en:

(https://www.academia.edu/23779210/EVANGELIOS_AP%C3%93CRIFOS), recuperado en 16 de marzo de 2025: «Castigo infligido por Jesús a un niño: IV 1. Otra vez, Jesús atravesaba la aldea, y un niño que corría, chocó en su espalda. Y Jesús, irritado, exclamó: No continuarás tu camino. Y, acto seguido, el niño cayó muerto».

[6] Caso llamativo es el de un viejo loco que hay por ahí, Sans Segarra, eximio cirujano retirado, profusamente cacareado en infinidad de entrevistas de YouTubers, podcast y radio, iluminado y falsario, manipulador, de quien podemos ver una magnífica crítica a su libro La Supraconciencia existe, hecha con afán de verdad, pero llena de bonhomía y sumamente respetuosa, por Javier Santaolalla en su canal Date un Vlog (https://youtu.be/-EGoXbXFVf8): Recuperado en 16 de marzo de 2025.

[7] El astrofísico estadounidense Edwin Hubble fue el primero en darse cuenta de que el universo se mueve y que las galaxias se están alejando las unas de las otras. Puede encontrarse un artículo interesante al respecto (recuperado en 17 de marzo de 2025): https://www.elconfidencial.com/tecnologia/novaceno/2024-05-17/ciencia-espacio-aceleracion-expansion-universo-complutense_3884642/

[8] Sus teorías, de enunciación tan compleja y abigarrada que mejor no tratar de esbozar en esta nota, han seducido por doquier, con seguidores en todas partes, incluyendo España, donde Duguin ha dado alguna conferencia —es de resaltar su don de lenguas, ruso, por supuesto, alemán, inglés, italiano, español, francés…—, sobre todo, cómo no, en movimientos de ultraderecha —en España, parafalangistas v.gr.—. Para penetrar en este profuso universo, puede acudirse a su particular Biblia: Duguin, Alexander. Cuarta teoría política. Fides Ediciones, 2015.

[9] Limónov (1943-2020) se convirtió en uno de los personajes más estrambóticos, moralmente contradictorios y flipados de las letras rusas contemporáneas. ¿Perverso? Resulta un personaje de existencia tan bizarra como apasionante. Adolescente y de temprana juventud pendenciero y díscolo, poeta de los bajos fondos, disidente de la Unión Soviética. Exiliado, o fugado, en Nueva York, desarrolló una vida de bohemio, alcohólico, vagabundo y hasta mayordomo de un millonario. Tuvo un cierto éxito en París como escritor, y participó en la guerra de los Balcanes del lado más extremista del nacionalismo serbio, amigo y defensor de Slobodan Milošević. Defensor teórico y practicante de las armas y de la guerra. Sorprendentemente, en un nuevo giro ideológico, funda, como se ha dicho en el texto, el Partido Nacional Bolchevique en la Rusia postcomunista. Acusado de intento de golpe de Estado y condenado por tráfico de armas, durante su estancia en prisión escribió El libro de las aguas. Murió en Moscú el 17 de marzo de 2020. Yo no he leído ningún libro suyo, acaso algún párrafo, alguna página suelta, sin embargo, recomiendo vivamente el libro publicado en Anagrama (2012), Limónov, del reconocido autor francés Emmanuel Carrère. 

[10] Psicópata Maximus. La figura del psicópata parece estar de moda. No sabría delimitar el punto de origen. Recuerdo haber leído concienzudamente hace dieciocho años (h. 2008) el libro Sin conciencia (Paidós, 2003), del psicólogo canadiense Robert Hare (1930), quien publicó por primera vez el libro en 1993. Desde entonces, no he visto más que incrementarse el interés por la psicopatía. La Red, YouTube, publicaciones escritas, por todas partes se lee y escucha tratar el tema. Hoy día, creo que cualquier persona podría definir lo que es un psicópata con una serie de inputs definitorios repetidos noche y día —sacados del Test de psicopatía del mismo R. Hare, quien advierte del peligro de andar diagnosticando psicopatías a diestro y siniestro por cualquier persona que encuentre dicho test, precaución hecha en vano, pues no se hace otra cosa que estar introduciendo psicópatas en una interminable lista elaborada por quienesquiera—. Que si falta de empatía, que si interés egoísta desmesurado, que si tendencia del carácter y no tanto enfermedad psiquiátrica… Lo que me interesa resaltar particularmente es el aspecto reseñado por R. Hare sobre la disociación absoluta que se existe entre grado de inteligencia y nivel de psicopatía. Podemos encontrar casos de psicópatas inteligentes —los que proporcionan casos más «interesantes», como el personaje de la magnífica miniserie You— y casos de psicópatas completamente idiotas; a partir de ahí, obtendremos una escala amplísima de zonas grises con infinitas variaciones en la relacción CI / grado de psicopatía.

[11] En jerga de la venerada secta de Gustavo Bueno. Ya se dijo antes.

[12] Según parece, la expresión latina original es de un tal Vegecio (s. IV), escritor próximo al emperador, y resultaba mucho más condicional e hipotética que imperativa: «Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum», algo así como ‘quien deseara la paz, tal vez debiera prepararse para la guerra’. Triunfó la versión corta e imperativa… para bellum, 'prepara la guerra'. En la época en que ETA estaba activa, todos recordamos el nombre constantemente repetido de la munición que utilizaban los terroristas, escrito en la prensa o mencionado en los noticiarios televisivos, los tristemente famosos proyectiles de calibre 9 [mm] Parabellum. Pues del latinajo es de donde proviene su denominación.

[13] La esperanzadora respuesta pacifista del indio, que tanto me satisfizo, puede ser revisada en infinidad de medios digitales. Por ejemplo, (recuperado en 24 de marzo de 2025) en: https://www.france24.com/es/asia-pac%C3%ADfico/20220916-no-es-momento-para-una-guerra-inst%C3%B3-el-premier-indio-modi-a-putin-durante-una-reuni%C3%B3n :

En el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, OCS, en Samarcanda, Uzbekistán, [16 de septiembre de 2022] el primer ministro de India, Narendra Modi, se reunió con su homólogo ruso, el presidente Vladimir Putin y le reprochó su política que impulsó la guerra en Ucrania. 

Modi le dijo a Putin en medio de una conferencia televisada que “no es momento para una guerra”, y recalcó, que ya había hablado con el presidente ruso “por teléfono sobre esto". 

Tras el comentario, el presidente ruso hizo un gesto, frunció los labios, miró a Modi antes de bajar la mirada y tocarse la nuca.  Después, Putin dijo a Modi que entendía que el líder indio estuviera preocupado por Ucrania, pero que Moscú estaba haciendo "todo lo posible para poner fin a esto lo antes posible". 

[14] Gianni Vattimo (Turín, 4 de enero de 1936 - Turín, 19 de septiembre de 2023), filósofo y político italiano. «Durante su vida, los interrogantes éticos y políticos no le fueron indiferentes. Vattimo apostó por desarrollar un pensamiento basado en la solidaridad y la compasión en obras como Nihilismo y emancipación (2003), Ecce comu (2007) Comunismo hermenéutico (2010).

Su punto de partida fue que vivimos en un mundo atravesado por la diversidad cultural y su diálogo debido a la globalización. Es por este motivo que apostó por un pensamiento «débil» también en este terreno, porque renunció a buscar normas y principios universalizables para apostar por la multiplicidad de perspectivas y la contingencia.

La solidaridad emerge así como un valor fundamental que puede dar coherencia al comportamiento humano en un mundo fuertemente fragmentado, carente de fundamentos éticos absolutos, porque la solidaridad requiere de una comprensión y una empatía previas que nos permiten entender esas múltiples perspectivas.

Se puede considerar, por tanto, que Vattimo rechazó una moralidad absoluta y prescriptiva para dar lugar a un enfoque flexible, contextual y circunstancial. Es un enfoque abierto a la diferencia y la diversidad que el filósofo plasmó no solo en su obra, sino también en su actividad política, opuesto a la violencia y al fundamentalismo.» Filosofía&co. (Recuperado en 25 de marzo de 2025): https://filco.es/gianni-vattimo-10-claves/